Enfoques platamórficos para la industria

La innovación en las economías de escala industriales. Exponenciando gracias a las plataformas digitales

El software lo engulle todo

Que el éxito en los negocios, de base tecnológica [digital], es alcanzable, lo acaba de demostrar Jeff Bezos, fundador de Amazon, desbancando a Bill Gates del podio de multimillonarios, el cual ya desblazó, en su momento, a las tradicionales empresas, basadas en la gestión de recursos (energéticos, sobre todo) más o menos escasos y, por lo tanto, especulativos. Entonces se pensó que el negocio era dominar la tecnología digital. Y Jeff Bezos nos lo confirma hoy, pero utilizando la tecnología como medio, y no como fin, para la consecución económica.

¿Qué nos demuestran las evidencias de los resultados unicórnicos? Que apoyarse en una plataforma de base tecnológica digital, “abierta” a muchos partícipes (“peers”), pero bajo unas reglas de juego centralizadas, consiguen imponer una nueva forma de hacer negocios. A este enfoque platamórfico podemos llegar desde dos perspectivas.

Una, la evidente, necesaria diría, que nos han mostrado las startups. Naciendo digitales sin legado, sin rédito, sin intereses creados y buscando, exacerbadamente, el escalado del negocio como único modus vivendi. Sus aplicaciones web, monocultivo, fueron deviniendo plataformas digitales, conforme crecieron y se abrieron, lo cual el propio sustrato tecnológico (Internet), les proporcionaba por omisión, estableciendo un sistema de funcionamiento, disruptivo, sobre el status quo.

Otra, la asentada, tradicional, que representarían las globales corporaciones. Organizaciones que han alcanzado un tamaño enorme, mediante la aplicación digital y milimétrica, de sus procesos operativos y donde se persiguen las desviaciones que no aseguran unos resultados previsibles. Aquí la plataforma acaba siendo un conglomerado impenetrable, que precisa ser disrumpido, para adaptarse a la comparable agilidad y flexibilidad que expresan las startup.

Transformándose, hacia la servicialización

Pero y si soy una tradicional empresa fabricante de productos, sean industriales (B2B) o de consumo (B2C), ¿cómo puedo adoptar ese enfoque platamórfico? En ese escenario, el producto fabricado condiciona y conforma toda la empresa pues, de hecho, ésta se ha organizado para explotar el conocimiento acumulado en la “producción” de ese producto, entendido como una suma de átomos*. El producto condiciona la ingeniería, las compras, las operaciones, la distribución, las ventas, etc y, por ende, mi relación con el cliente. Y por aquí es por donde hay que empezar.

plataformas digitales

Si antes, la cadena de valor estaba establecida en base a mis capacidades, ahora toca adaptarse y crear una red de valor que se adecúe a los cambiantes designios de mis evanescentes clientes. ¿Por qué Amazon ha conseguido el “top of mind” de sus clientes? Pues porque se [auto]ordena a satisfacer la inmediatez, entendida como el principal criterio de decisión de compra del cliente. Y realizada con Prime Now, donde no hay humano decidiendo (enlenteciendo) qué hay que hacer para servir dos horas después de haberle dado al click.  Todo es automático y orquestado con una plataforma que aglutina los dispersos procesos.

Así pues, los fabricantes, de producto, deben revisar qué necesidad satisfacen en su cliente, mediante la introducción de su producto, para pasar a proveer la solución que cubra la expectativa del cliente, donde el producto se utilizará como medio de asegurar la monetización. Es decir, el producto nos garantiza que vamos a ingresar, y recurrentemente, gracias a sus prestaciones y a los servicios que le anclaremos. El servicio vincula y el producto, lo asegura.

El ‘just in time’ de los bits

Aunque Internet ha permitido el aplanamiento del mundo, realmente no ha penetrado en las esencias empresariales. Internet significa que todo lo digitalizable estará accesible y disponible, pero no ocurre así con las humanas decisiones en la empresa y su posterior comunicación. Con los productos (“cosas”), cada vez más inteligentes y conectados a Internet, no nos quedará más remedio que asumir una subordinación al automatismo de sus decisiones, robotizadas y diseñadas con el propósito de sustentar un permanente vínculo, con el subscrito cliente. La Internet de las Cosas nos va a ayudar a exponenciar nuestro tamaño, interconectando todos los procesos. Tanto los administrativos (IT), como los operacionales (OT), como los de servicio (IoT), fijando una sincronía homogénea en toda la organización.

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